Reevaluando el odio hacia «Load» y «Reload» de Metallica: Un arte incomprendido

Desde que Metallica irrumpió en la escena musical en los años 80 con su marca única de thrash metal, estableció un estándar de expectativas entre sus seguidores que se convertiría en su propia guillotina, especialmente en la segunda mitad de los años 90. No hay mayor prueba de ello que las reacciones violentamente divididas que provocaron sus álbumes «Load» (1996) y «Reload» (1997).

El camino que Metallica había recorrido hasta «Load» fue uno de agresión, velocidad y desafío a la convención. Con álbumes seminales como «Kill ‘Em All«, «Ride the Lightning«, «Master of Puppets» y «And Justice for All«, la banda había cimentado su estatus de gigante del thrash metal. Con su álbum homónimo de 1991, a menudo referido como «The Black Album», empezaron a experimentar con un sonido más accesible, sin perder la potencia y la complejidad que caracterizaban su música.

Y entonces llegó «Load«. Con este álbum, Metallica dejó de lado su identidad thrash para explorar un territorio más cercano al hard rock y el blues, y esto descolocó a muchos de sus seguidores. Además, la imagen de la banda cambió drásticamente: dejaron atrás las melenas largas, las chaquetas de cuero y los jeans rotos, para adoptar un look más pulcro, con cabello corto y trajes. Todo esto, sumado a las portadas de los álbumes, que se alejaban del arte oscuro y simbólico de sus trabajos anteriores, fue interpretado por muchos como una traición a su esencia.

«Reload», publicado al año siguiente, no hizo nada para aplacar a los críticos, ya que continuó en la línea musical y estética de «Load». Aunque incluyó algunos temas que rememoraban su sonido clásico, como «Fuel» y «The Memory Remains», la mayor parte del álbum era un esfuerzo de experimentación y expansión musical que no fue bien recibido por una parte importante de la base de fans de la banda.

Pero, ¿estos álbumes merecen el odio que han recibido? En retrospectiva, «Load» y «Reload» son testimonios de una banda en evolución, dispuesta a tomar riesgos y a explorar nuevos territorios musicales. Además, es importante recordar que la música es, en última instancia, una forma de expresión personal, y los artistas tienen derecho a cambiar y evolucionar.

Las canciones de estos álbumes pueden no tener la velocidad y agresión de sus primeros trabajos, pero sí ofrecen un nivel de profundidad y sofisticación que a menudo se pasa por alto. Piezas como «The Outlaw Torn», «Bleeding Me» y «Fixxxer» demuestran una sensibilidad melódica y lírica que no siempre estaba presente en su música anterior.

El odio hacia «Load» y «Reload» puede atribuirse, en gran medida, a una resistencia al cambio. Metallica rompió con las expectativas de sus fans, y eso siempre es un juego peligroso.

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